Como ser un buen profesor

Ser profesor
Hace años, cuando era un joven y entusiasta estudiante, te habría dicho que un gran profesor era alguien que proporcionaba entretenimiento en el aula y daba muy pocos deberes. No hace falta decir que, después de muchos años de experiencia administrativa en el K-12 y de dar cientos de evaluaciones de profesores, mi perspectiva ha cambiado. Mi posición actual como profesor de educación superior me da la oportunidad de compartir lo que he aprendido con los líderes escolares actuales y futuros, y permite algunas discusiones animadas entre mis estudiantes graduados en términos de lo que significa ser un gran profesor.
La enseñanza es un trabajo duro y algunos profesores nunca llegan a ser algo mejor que mediocres. Hacen lo mínimo necesario y muy poco más. Los grandes profesores, sin embargo, trabajan incansablemente para crear un entorno estimulante y enriquecedor para sus alumnos. La gran enseñanza parece tener menos que ver con nuestros conocimientos y habilidades que con nuestra actitud hacia nuestros alumnos, nuestra asignatura y nuestro trabajo. Aunque esta lista no lo incluye todo, he reducido las numerosas características de un gran profesor a las que me parecen más esenciales, independientemente de la edad del alumno:
Responsabilidades de los profesores
Algunas de las cualidades de un buen profesor son las habilidades de comunicación, escucha, colaboración, adaptabilidad, empatía y paciencia. Otras características de la enseñanza eficaz son una presencia atractiva en el aula, el valor del aprendizaje en el mundo real, el intercambio de las mejores prácticas y el amor por el aprendizaje durante toda la vida.
Un buen profesor puede marcar un mundo de diferencia en la vida de un estudiante, influyendo en todo, desde su aprendizaje en el aula hasta su éxito a largo plazo. Si estás pensando en seguir una carrera en el ámbito de la educación -o quieres impulsarla con un Máster en Educación (MEd)- es importante que analices las cualidades de un buen profesor.
Una investigación del Instituto de Política Económica muestra que los buenos profesores son el factor más importante que contribuye al rendimiento de los estudiantes en el aula, más importante que las instalaciones, los recursos escolares e incluso el liderazgo escolar.
Un estudio de la Asociación Americana de Economía (AEA) ha concluido que las mejoras en la calidad de los profesores repercuten positivamente en todos los aspectos, desde la calidad de las universidades a las que asisten los estudiantes hasta sus futuros salarios, la calidad de su vecindario e incluso sus futuras tasas de participación en los planes de ahorro 401k (fuente AEA PDF).
Cualidades de un buen profesor
Un buen profesor puede cambiar la vida de una persona. Todo profesor quiere ser capaz de influir en sus alumnos para que se conviertan en miembros productivos de la sociedad. Para conseguirlo se necesitan métodos de enseñanza excepcionales y una forma de inspirar a los alumnos.
La educación no es un proceso que puedas manejar solo. No puedes llevar el peso del aprendizaje tú solo, tienes que asegurarte de que tus alumnos están abiertos a la cooperación y el aprendizaje. Muchos profesores se ven a sí mismos como líderes que deben tomar las riendas cuando se trata de educar a los alumnos.
El peso de la educación recae en los alumnos, pero éstos necesitan ayuda para poder superar las asignaturas difíciles. Aquí es donde deben brillar las habilidades de un profesor. En lugar de ser un líder tirano en el aula, intenta trabajar con los alumnos para ayudarles a alcanzar y retener los conocimientos.
Los profesores suelen empezar su carrera con una pasión extrema por su trabajo. Este sentimiento se pierde rápidamente cuando la enseñanza se convierte en una rutina. Repetir las mismas cosas y tratar los mismos temas una y otra vez tiende a hacerlos menos interesantes para el ponente.
Habilidades de enseñanza
Los grandes profesores no sólo dedican mucho trabajo a sus lecciones y materiales, sino que también reflexionan constantemente sobre sus lecciones, objetivos y metas. No cambiar nada y seguir con lo que sabes no te hará mejor profesor. Todos los buenos profesores lo saben: El aprendizaje no termina cuando uno se gradúa en la universidad.
Antes de poder enseñar un idioma (o cualquier otra materia), debes dominarlo tú mismo. Sólo entonces sabrás realmente con qué están luchando tus alumnos. Lo más probable es que si a ti te costó aprender las terminaciones de los adjetivos en alemán (¡a mí me sigue costando enseñar ese concepto!), a tus alumnos también. Ser profesor conlleva la regla tácita de continuar siempre con tu propia formación mientras enseñas a los demás. Cuanto más sepas, más podrás transmitir a tus alumnos.
Hay muchas aplicaciones, programas y sitios web para seguir aprendiendo. Si eso es demasiado pasivo y necesitas algo que te obligue a rendir cuentas, considera la posibilidad de apuntarte a clases de formación continua en universidades online o locales. Es posible que tu distrito ofrezca oportunidades de desarrollo profesional o pague (parcialmente) las clases que tomes. Suscribirse a los boletines de educación o leer los últimos artículos y publicaciones de su especialidad son formas de mantenerse al día y dominar la materia.